EL TEJÓN - cuento contra la violencia de género


 AUTORA - MARISA ALONSO SANTAMARÍA


Tejona iba siempre detrás de Tejón. Si Tejón quería agua, ella iba al río a beber aunque no tuviera sed. Si Tejón quería comer, ella comía aunque no tuviera hambre. Si Tejón quería pasear, ella lo acompañaba aunque estuviera muy cansada. Pero cuando Tejón dormía, aunque ella tuviera sueño limpiaba la madriguera para que estuviera todo dispuesto al día siguiente, como a él le gustaba.

Su amiga Osa le dijo un día:

- Tejona, está bien querer a alguien, pero no de esa manera.

- ¡No te metas en mi vida! Tejón me quiere. Yo también, y soy feliz a su lado - le respondió enojada a Osa.

Otro día Tejón empujó de muy malos modos a Tejona, que se golpeó con el tronco de un árbol hiriéndose en una pata. Ella, callada, agachó las orejas, dolorida, y se fue llorando. Puerco Espín lo presenció todo desde el río.

- ¿Por qué dejas que te trate así? ¡Tejón no te respeta! - le dijo cuando la vio al día siguiente.

- ¡¿Por qué te me metes en mi vida?! ¡Todo el mundo tiene enfados! - le dijo dando un rabotazo.

Una mañana Tejona se metió en lo más profundo de su madriguera y tuvo dos bebés tejones: fue el día más feliz de su vida. Osa y Puerco Espín fueron a visitarla. Llevaron unas moras, arándanos, uvas y un poco de miel.

- Te ayudarán a coger fuerzas - le dijeron dejando las viandas a su alcance. Rápidamente entró Tejón por la puerta.

- ¡Qué suerte! ¡Hum...! - dijo relamiéndose, y sin saludar siquiera, se zampó todo de un bocado.

Osa esperó a que saliera de allí y dijo:

- Tejón solo piensa en él. ¡Es un egoísta! ¿No te das cuenta?

Puerco Espín asintió ante las palabras de Osa. Esta vez Tejona abrazó a sus bebés y bajó la cabeza avergonzada. Al principio Tejón parecía contento con el nacimiento de los dos cachorros; pero poco le duró la alegría. Pronto empezó a sentirse molesto con los juegos de los pequeños y a quejarse de lo ruidosos que eran.

Transcurría el tiempo y Osa y Puerco Espín, que solo podían hablar con su amiga a escondidas para que Tejón no se enfadara, le dijeron una vez más:

- No te engañes. Si os quisiera cuidaría de ti y de los cachorros. ¿Por qué no te vas de aquí? ¡No puedes seguir así!

Tejón pasaba mucho tiempo fuera de casa y, cuando volvía, siempre estaba malhumorado, gritaba y asustaba a los cachorros que se iban a un rincón haciéndose una bola.

¿Por qué tenéis que vivir con miedo? ¡Tejón no es bueno con vosotros! - insistían sus amigos.

- ¡Llévatelos de aquí! ¡Fuera de mi vista! - le ordenó Tejón a Tejona nada más entrar en la madriguera, a los pocos días.

- ¡Hace mucho frío! - le contestó.

- ¡He dicho que te los lleves! ¡Quiero descansar! - gritó airado dando un fuerte rabotazo golpeando a los hermanos.

Tejona, muy decidida, hizo una señal a sus hijos para que subieran a su lomo y salió de la madriguera rápidamente. Sus amigos Osa y Puerco Espín la esperaban en el claro del bosque. Nunca regresaron a casa con Tejón.